Debido a una combinación de circunstancias personales únicas y a sus hábitos prodigiosos de dibujo, este hombre produjo una enorme cantidad de obras en tela y papel.
Diego necesitaba siempre más dinero del que podía proveerle su arte mural. Entre los años 1923 y 1927, el gobierno mexicano le pagó sólo $ 2.00 por día para pintar los frescos nacionalistas. Diego necesitaba cubrir los gastos de su familia al igual que cualquier otra persona durante esos años de depresión. Años después, luego de recibir importantes comisiones por su arte mural, todavía necesitaba más dinero para sostener su ferocidad coleccionista de arte precolombino.
A principios de su carrera ya era muy famoso así que decidió pintar una cantidad significativa de arte en caballete. A menudo, los cuadros eran vendidos a turistas norteamericanos que compraban sus pinturas cuando visitaban la ciudad de México, llevándolas consigo cuando retornaban a sus hogares en Estados Unidos.
La otra condición para la producción de cantidad de arte fue el hecho de que Diego fuera un artesano compulsivo prolífico. Dibujaba día y noche, donde fuere y lo que viere, haciendo bosquejos constantemente. Es imposible predecir cuánto arte produjo durante ese tiempo.
Afortunadamente para nosotros y gracias a este artista inteligente y trabajador, sin duda existe una gran producción desconocida de Diego Rivera, esperando a ser descubierta.
Para tal propósito, hemos diseñado este segmento de nuestro sitio para incluir una revisión del arte en papel y en tela de Rivera. Y lo más importe, para compartir nuestras observaciones y revelar los matices que definen los cambios del estilo artístico de Rivera a través de los años.
Cuando Diego regresa a México desde Europa, en 1920, también retoma el estilo realista en su pintura, abandonando para siempre el cubismo. Los temas durante esta década son preferiblemente de carácter indigenista, dibujando los personajes de manera realista con formas redondeadas y sensuales, envueltos en colores ricos y suntuosos.
Durante los años 20, Rivera también produjo muchos dibujos y obras completas, no sólo bocetos de estudio. Los dibujos fueron hechos generalmente en lápiz, carbonilla, pastel, acuarela, o en pluma y tinta. Sus personajes aparecen diseñados en una composición lineal de dos dimensiones, con la misma forma voluminosa con que aparecen en sus pinturas.
Ba ista de Tehuantepec 1923
La molendera 1924
Los personajes de muchas obras van a ser utilizados como detalles de su arte mural. Dos buenos ejemplos son las pinturas Bañista de Tehuantepec y La Molendera, que se relacionan con las imágenes pintadas en uno de los paneles del edificio de la Secretaría de Educación Pública de la ciudad de México.
Cabeza de una Mujer de Tehuantepec 1923
El Vendedor de Tabaco 1923
Mujer ind gena sosteniendo al ni o
Paisano con sombrero 1926
Diego Rivera volvió a México desde los Estados Unidos a comienzos de 1934 para trabajar en varios murales durante los próximos años pero debido a su decadente salud sólo pudo trabajar esporádicamente en las grandes obras. De 1937 a 1942 su primera producción artística consistió en una gran cantidad de pinturas, dibujos y acuarelas.
Nuevamente los temas son el pueblo indígena y el paisaje mexicano, por los cuales sentía un profundo y absoluto afecto. Pero aunque los personajes sean los mismos, el marco es diferente. Las figuras son más abstractas, algo menos realistas, mostrando una imagen dramática más estilizada al observador. Hay más contrastes de luz y sombra, más quiebres entre los fondos y las figuras más cercanas, creando una presentación más independiente de planos de color, sin llegar a fusionarse todas las superficies en una sola.
Durante la década del 30 también bosquejó incontables dibujos para el mercado turístico de varios temas comunes de su alrededor tales como paisanas, animales, flores y especialmente niños.
Probablemente habría más dibujos terminados producidos durante este período que en cualquier otro. Algunos de los dibujos son más abstractos, como sus pinturas, pero otros son imágenes dibujadas con mucho realismo, como lo había hecho anteriormente.
Las fotos que aparecen aquí abajo ilustran estos cambios significativos y en estilo artístico. En una de las imágenes, pintada en 1938, podemos ver que vuelve a aparecer la imaginería de las calas que se volverá frecuente en la próxima década en su pintura de caballete.
Venta de Guaraches 1936
Mujer Sentada 1936
Ra ces 1937
Copalli 1937
Paisano Mexicano con Sombrero y Sarape 1938
Mujer Ind gena con Cal ndulas 1938
Perfil de Mujer Ind gena con Calas 1938
Ni o
Vendedor de Flores
El arte de Diego Rivera en los años 40 incluyó las imágenes más conocidas hoy en día por la mayoría de la gente. Son las pinturas que aparecen en posters, calendarios, tarjetas postales y tapas de libros del mercado actual.
Los temas siguen haciendo referencia al carácter étnico indígena y a los paisajes mexicanos pero tienden más hacia una imagen abstracta de planos de color interrelacionados, antes que a una representación realista de los sujetos. Los colores tienen un alto contraste con un intenso efecto dramático. Hay una proliferación de imágenes de calas en las pinturas de ese período y, aunque habían aparecido por primera vez en 1925, Rivera no las usó intensamente sino hasta la década del 40. Las calas son probablemente la imagen más recordada de toda la pintura de caballete de Diego Rivera.
Sólo necesitamos mostrar una pintura que haga referencia a la década del 40 ya que podrán encontrar muchas otras pinturas representativas de este período en nuestro sitio, todas con la respectiva fecha de producción y el texto correspondiente.